viernes, 27 de mayo de 2011

San Gimignano

Últimamente me ha invadido el espíritu viajero. Siempre he sido de estudiar los últimos días antes del examen y como ya tengo todo hecho tengo un poco de tiempo libre hasta el día uno. Así que mirando en mi ya tan visitada página de trenitalia, vi que un billete a San Gimignano costaba cinco euros y tardaba una hora, por lo tanto, podríamos ir y todavía seguir aprovechando el día para hacer otras cosas. No había nada más que decir ni que pesar, simplemente preparé la mochila con mi cámara, una botella de agua y la cartera y nos fuimos a la estación. 

Allí coges un tren con dirección Poggibonsi y en esta estación coges un autobús a San Gimignano. Tarda muy poco y además, el viaje deja entrever aquello de lo que vas a disfrutar en unos minutos. Unas vistas espectaculares y un pueblo encantador.

Nada más bajarnos, sabíamos que ese sitio nos dejaría un buen sabor de boca (y eso mucho antes de saber el pedazo de chocolate que nos compramos). El pueblo es chiquitito y todas las casas y edificios son de color tierra, adornado con flores y hojas verdes, pero ninguna casa es diferente al resto. Calles estrechas y anchas, cuestas y escaleras, plazas y calles principales, y sobre todo, muchos arcos, constituyen el pueblo.
La Toscana.

Pues así, caminando y caminando terminas con tu visita y emprendes el camino que te llevará a tu casa. Mientras veníamos de vuelta, mirando estos paisajes -esos que siempre veía en los libros de texto con una leyenda debajo que ponía "La Toscana"- no podía dejar de pensar en el año que he vivido, en los sitios que he visitado, en las personas que he conocido y en el idioma que estoy aprendido. La frase "Be erasmus" que decidí para mi blog, aún cuando todo eran espectativas y no realidades, refleja bien lo que pienso en la etapa final de mi erasmus. Quien tenga la oportunidad que se vaya sin dudarlo porque el balance al final del año siempre va a ser más que positivo.

Escapadita a Fiesole

Y de repente te das cuenta. Todavía queda más de una semana para tu primer examen. Esto de no saber en qué día vives te ha jugado una mala pasada, podrías estar ahora mismo en algún pueblito de la Toscana que tanto te gusta. Y entonces te dices: ¿dónde puedo ir más tarde de las dos de la tarde? ¿Vamos a Fiesole? Entonces algunas personas deciden que también se apuntan y te vas. Por tanto, otro sitio al que llevaba tiempo queriendo ir y que ya he quitado de la lista. 


Fiesole es un pueblito alto desde el que se ve toda Florencia a lo lejos y solo por ver esas vistas merece la pena. Además, se llega en autobús en unos 20 minutos y con un billete normal. Así que nada, una postal más colgada en la pared y un recuerdo más para mi blog.

jueves, 26 de mayo de 2011

Más cosillas.

Otra vez se me han acumulado las cosas que contar. Sé que siempre prometo que iré día a día, pero claro, al final te lias y te lias, y nanai. Así que hoy contaré el viaje a Cinque Terre que nos pegamos el Sábado pasado. ¡Qué maravilla!

La tarde anterior nos fuimos a comprar unos gorritos con la intención de protegernos un poco más del sol, y yo, aunque temía que quizá no nos los pondríamos (daban lluvias) iba toda ilusionada porque iba a ver el mar después de casi medio año. Algo increíble en mí. 

El día comenzó realmente temprano aunque seguramente nuestros ojos y nuestras cabezas se despertarían más tarde. Cogimos nuestro tren en nuestra ya tan vista Santa Maria Novella (¿Cuántas veces habré ido ahí?). En el tren un par de charlas, unas risas a costa de mi no-ritmo y unas cuantas fotos. Después de una hora y media llegamos a "La Spezia", pero ese no era nuestro destino final. Una vez allí tienes que dirigirte a los cinco pueblitos marineros que componen "Le cinque terre". Una vez que te vas a subir en el tren, ves que hay muchas personas que tienen la misma intención que tu, por lo tanto, echas de menas aquel oficio de empujador de personas en los trenes de Japón, ya que el tren va tan petado que como mínimo, acabas tu en una punta y tus amigos en otra. Pero como son tan pocos minutos y vas tan entusiasmado da un poco igual.

Finalmente llegas. Y la primera visión ya hace que te sientas bien, que exclames todo el rato ¡qué bonito! y que te acuerdes de todas las personas que quisieras que vieran eso, en ese mismo momento. Una cala abrazada por montañas verdes. Agua cristalina. Calma. Relax. Conclusión: Primer baño del año. 

Después de disfrutar un rato en esa primera playa, (para mí, la mejor) pones rumbo a ver el pueblo y cada vez te sorprende más. Tiene algo especial. Y así fue todo el día. Cogiendo trenes (sin convalidar el billete) y andando por todos los pueblos, subiendo y bajando cuestas y escaleras, viendo vistas increíbles, haciendo muchas fotos, y bromeando todo el rato, desde bailes en mitad de la carretera hasta chicas ¡el gorro!, y las tres tontas con la mano en la cabeza por si se nos volaba. También fue un día en el que abundaba el decir ¡qué calor! de todas las maneras posibles, fa caldo, me aso, me estoy achicharrando y no sé cuantas más.

Y así, poco a poco, llegamos al final del camino, no sin antes subir más de 300 escalones, aunque al menos allí te recibe un cartel donde pone "Complimenti" que hace que te sientas un poco mejor. Pero lo realmente gracioso de esa parada fue el estar caminando dirección la estación y ver el tren pasar. ¿Llegaremos a tiempo si corremos? En un momento de locura grito: ¡Correeeeeeer! Y a los cuatro pasos yo ya me había parado... pero la intención es lo que cuenta. Al final tuve que volver a correr y llegamos. Bueno llegamos los cuatro, que vimos como Sandra llegaba apurada con su look primavera-verano de exploradora. 

Y claro, el final del viaje tuvo su guinda cuando vimos aparecer al revisor del tren. Vaya. No habíamos ticado el billete, pero no por nada, sino porque nos habíamos confundido al comprarlo y no lo habíamos estado utilizando así que ya íbamos del tirón. El caso es que como al menos si teníamos los billetes, el hombre decidió que le pagásemos un par de paquetes de papas, con cinco euros entre tres. Así que, dentro de lo que cabe no está mal. 

Después nos esperaba la vuelta, camino La Spezia y finalmente Firenze. Que nos recibió con el mismo calor al que nos está acostumbrando últimamente, y que por si no lo saben, es mucho. 

Pues bueno, este es un piccolo riassunto del primer viaje a la playita en Italia (al menos en el que hiciera un tiempo increíble). Lo recomiendo a todo el mundo, porque es espectacular.

lunes, 16 de mayo de 2011

Visita tras visita...


Soy una de las pocas personas que conozco que cuando oía a amigos y amigas hablar de catarros, de otitis, de faringitis, de bronquitis, de vómitos o de migrañas constantes, así como visitas asiduas al médico siempre me quedaba callada porque no tenía anécdotas que contar. Nunca he sido de ir al médico, y cuando he ido ha sido en caso muy puntuales. Pues, ha dado la casualidad, que en Florencia he ido como unas seis veces en un mes y medio. 

Aquella vía del Malcontenti,número 6 que al principio del erasmus me costó tanto encontrar, ya me la conozco perfectamente. El caso es que al empezar las prácticas me puse mala y aún no me he recuperado. Pero no pongo esta entrada con la intención de hacer mi parte médico público, sino con la intención de dar a conocer los problemas por los que pasa una al ir al médico y los derechos que tiene. 

Seis visitas señores. Seis, ni una más ni una menos, han sido necesarias para que una buena samaritana me dijera que al rellenarme la receta por un lado concreto, no debía pagar los medicamentos en la farmacia. ¿Por qué ninguno de los otros me lo había dicho? No lo sé. No sé qué es lo que ganan ellos la verdad, pero es indignante. 

Y por otro lado, están los que te cobran la consulta y los que no. Tengo que decir, que cada vez que vas, y a parte de mis seis veces también he ido a acompañar a otra amiga, nunca ha coincidido el mismo médico. Deben ir una vez al mes cada uno, porque sino no me lo explico. El caso es que alguno te da la receta casi sin haberte explicado qué es lo que tienes, y te suelta, quindici. Y ala, a soltar pasta. ¿No nos dicen que nos hagamos la tarjeta sanitaria europea para no tener que pagar? Pues no entiendo nada. Por más que se los expliques, que les enseñes el codigo fiscal, acabas apoquinando (menos yo, que no he tenido que pagar ninguna, aunque todavía no se cómo lo he hecho).

En definitiva, que espero que no tengaís que ir mucho al médico, pero si lo teneís que hacer, pues al menos saber con lo que os vais a encontrar e ir preparándoos.Podeís llevar impreso las características de la tarjeta sanitaria europea, o guardar todos los recibos por si en España os devuelven algo. 

Aunque, si cuando llamáis al taxi os viene a buscar éste, con caramelitos en el asiento y cerditos de peluche, te puedes echar unas buenas risas por mucho dolor de garganta que tengas.


Pues eso, otra aventurilla más para mi blog, ¡ya contaré más cosas!