martes, 26 de abril de 2011

¡Mi visita en Semana Santa!

¡Hola de nuevo! Hoy, mi último día de vacaciones antes de volver a retomar las prácticas me ha dado por aprovechar el tiempo libro y plasmar algunos recuerdos.

Hace una semana y media, todavía había una cuenta atrás que comenzó el mismo día en que supe que me venía de erasmus. Ya sabíamos que vendrías pero no cuando. En esos días me tenía que despedir de mis amigas erasmus ya que volvían a España por semana santa, mientras yo me quedaba esperando a mi visita. Las ganas de estar aquí con vosotros y enseñaros lo bonita que es la ciudad en la que vivo eran muchas, pero claro, el destino quiso que la ilusión se mermara un poco al pasar por una bronquitis por primera vez en la vida. Al final, fue posible el iros a buscar a Pisa, eso sí, con todas las pastillas en el bolso. Se podría decir que ahí comenzó nuestra aventura. 

El plan era que yo iría primero al hostal de Pisa a coger las llaves y luego al aeropuerto a buscaros. Así que hice mi maleta y me fui a la estación, cuando llegué, mi tren se fue en mis narices, así que la cosa ya empezó un poco mal. Una vez en Pisa, compré un mapa (no se ni para qué, ya que la zona del hostal ni siquiera salía) y empecé a caminar. Después de dar varias vueltas y llegar a la estación de nuevo, decidí ir por un pasadizo de la misma. Ahí pensaba que ya estaba cerca pero al ver varias "pintas" y asustarme, decidí volver al principio y coger un taxi. (Al día siguiente, me daría cuenta de que estuve a puntito de encontrarlo). Así llegué al hostal. Como ya era tarde, decidí no ir al aeropuerto y aconsejé a mi visita que se cogiera un taxi. Pasaron las horas, sabía que su avión había aterrizado, pero ellos nunca llegaban. Decidí dormirme. Cada dos por tres me despertaba y les llamaba. "Estamos caminando por ahí" o "hemos hecho una pausa para comer" era todo lo que recibía. Les eché la bronca por no coger el taxi ya que yo sabía que se iban a perder. Mientras tanto ellos, casi llegan caminando a Florencia, hasta que por fin me hicieron caso y a las tres y media de la mañana recibí el toque que significaba que estaban en la puerta. La alegría de verlos hizo que el mosqueo por no haberme hecho caso se desvaneciera. ¡Por fin estaba con mi visita! Después de hablar un ratito, como a la mañana siguiente teníamos que madrugar, decidimos acostarnos. 


La patada.

A la mañana siguiente vimos Pisa, bueno más bien, lo que son los cuatro elementos que no puedes dejar de ver si estás en esa ciudad. Nos hicimos las fotos correspondientes, incluso saltamos alguna vaya de las que nos echó con un pito un policía bajito y gordito que no imponía nada. Estuvimos un rato admirando la torre y a la multitud de japoneses haciéndose fotos y al poco tiempo estábamos en un tren con destino Florencia. 




Una vez en Firenze, dejamos las cosas en casa y comimos un bocadillo de tortilla (muy buena por cierto jajaj) y yo me fui a la facultad mientras ellos se quedaban descansando. Cuando volví, dormimos un poco y nos preparamos para darnos una buena caminata. Ese día vimos Florencia casi entera, primero la plaza de San Marco y la de Santa Annunciata, para ver el Duomo desde un lateral e ir caminando hacia él, después de las correspondientes fotos en Santa Maria del Fiore, y la puerta del paraíso, seguimos caminando por la plaza de la República observando su famoso tiovivo. También nos acercamos a la plaza de la Signoria donde nos hicimos varias fotos con la réplica del David. Unos metros más adelante nos pararíamos en el Porccelino dónde la moneda de Iván le dio suerte, y la de Guetón se quedó a medio camino. Finalmente, llegamos a nuestro destino que era la calle de joyerías más famosa del mundo, la del Puente Vecchio. Después de ver el atardecer desde el puente, decidimos acercarnos a mi heladería favorita donde el helado de biscotto triunfó y de paso a Santa Croce ya que quedaba cerca. Y así fue como vimos Florencia en una tarde. Para rematar el día, fuimos caminando hasta el mirador de Michelangelo donde pudimos apreciar Firenze en todo su esplendor. Como yo estaba mala y tenía frío, a pesar de tener un pañuelo por toda la cabeza y cuello, decidimos correr al ver la guagua pasar y así acabamos en la estación de nuevo. Este es el resumen del primer día en Florencia, que la verdad, dio para mucho.

Mirador
Desde el Duomo.
 El segundo día estaba planeado para subir a la cúpula del Duomo y entrar en la galería de la Academia para ver al David de verdad. Después de una cola de una hora, y 463 escalones, subimos el Duomo y disfrutamos de unas vistas impresionantes. Varias fotos, y varios comentarios admirando a una pareja de ancianos que habían subido las mismas escaleras que nosotros que acabamos asfixiados decimos bajar. Mientras tanto yo no podía dejar de pensar en la comida de "Il Pirata" a dónde les llevaría a mangiar. ¡Qué rico!



La digestión la hicimos en la cola de la Academia, donde estuvimos cerca de dos horas. Cuando llegamos a la sala del David hicimos algunas fotos a pesar de que el "No photo, allooooora" fuera el coro de esa habitación. Después de ponernos un poco de mal humor por los gritos insoportables de aquellas dos trabajadoras salimos a la calle. Un paseo por el mercado mirando futuros regalos, y para casa. Y así se terminó el segundo día. 

Al día siguiente, miércoles, yo tenía un examen a las 2 de la tarde, por lo que les dije a los chicos que aprovecharan ese día para viajar a Módena, al museo de Ferrari. Salieron un poco tarde de casa mientras yo repasaba mi verbalización y pensaba que quizás no les daría tiempo de coger el tren. Hice tiempo hasta la hora del apello, donde seguí haciendo tiempo mientras esperaba mi turno. Finalmente, saqué mi primer ottimo en Italia, así que las cosas no podían ir mejor durante esta semana. Volví a casa tranquila y esperé para ir a la estación a recoger a los chicos. Volvimos a casa mientras me contaban su aventura, sobre todo porque al llegar a la estación no encontraban la máquina para ticar los billetes y fueron preguntanto por ahí mientras corrían "la yellow machine?" aunque al final lo consiguieron. Una vez en el piso preparamos la maleta de nuevo, ya que el Jueves y Viernes Santo lo pasaríamos en Roma.

Madrugón. A las 6 de la mañana estábamos en pie. Algo que no impidió que ticaramos el billete a las y cuarenta, mientras el tren salía a y 43. Por los pelos, pero lo conseguimos. Una vez en Roma Termini buscamos el hostal. Soltamos las maletas y nos echamos a andar. Hicimos la ruta que hice yo la primera vez que estuve en Roma ya que me parecía de lo más acertada. Después de ver un órgano gigante en una Iglesia, y los techos de oro de otra, nos dirigimos a la zona del Colosseo. Primero el palacio Venecia, después el gran coliseo, y posteriormente el circo romano. Yo ya llevaba un ratazo con hambre, y como me acordaba de dónde estaba el burguer king, decidimos ir. Fue salir del metro y verlo en frente (pura potra). Así fue como llegamos a la plaza del Popolo y cómo vimos a un Michael Jackson bailando en mitad de la piazza con grandes temas y un gran coro de gente animándole. Seguimos nuestra ruta buscando la competencia del burguer, para que comiera Guetón, y llegamos a la Plaza de España, dónde me pusieron en la mano una flor diciendo que era gratis y después nos persiguieron para que pagaran. Devolví la flor y no hubo más problema. Al fin encontramos el Mc Donals, donde nos pedimos un helado en donde después Iván metió la cara. Seguimos callejeando hasta llegar a la Fontana di Trevi. Encontramos un sitio muy chulo para hacernos fotos sin que saliera mucha gente. Fue allí donde regateamos con uno para que me vendiera una pistola que echaba burbujas. Al final, después de unas risas y que nos diera las pilas de manera clandestina mientras huía, sólo me costó tres euros. Al vernos con eso en la mano, sus compañeros se acercaron ya que pensarian que éramos clientes potenciales. Concretamente se acercó uno con unas bolas chiquititas a las cuales se les da forma. El momento fue muy cómico ya que a nosotros no nos interesaba y ni siquiera intentábamos regatear, por lo que él, lo hacía sólo. Empezó tres por dos euros cada una (por España claro), después bajó a un euro, y finalmente, tres bolas por dos euros, y la última oferta, tres por dos euros, y una gratis. Nosotros sólo nos podíamos reír mientras decíamos que no estábamos interesados. Nosotros seguimos nuestro camino y acabamos en el Panteón, donde estrené mi pistola de burbujas. Después de descansar un ratillo, decimos volver al Colosseo ya que también queríamos verlo de noche. Tanto el palacio Venecia como el Coliseo, me encantan, pero sobre todo de noche. La verdad que son impresionantes. Nos hicimos varias fotos, incluso creamos tendencia, ya que al ponernos en la mediana de la carretera para fotografiarnos, empezaron a venir más y más turistas con las mismas intenciones que nosotros. Después de llevarme dos sustos por el mendigo del Colosseo me volví a subir en la papelera de la otra vez y nos hicimos varias fotos. Algo que hubiera estado mejor si yo no hubiera sido tan lista de dejarme la parte esencial del tripode que llevábamos en la maleta, en Florencia. Pero bueno, no nos podemos quejar. Y así fue como vimos Roma en un día y cómo nos reventamos tanto que a las 11 ya estábamos durmiendo plácidamente en nuestro querido hostal.

Palacio Venecia.

Al día siguiente, Viernes Santo, nos esperaba El Vaticano y la Capilla Sixtina. Tuvimos mucha suerte porque para ninguno de los dos tuvimos que esperar cola, y tanto al salir del Vaticano, como del Museo, había una cola infinita. En el museo los chicos por fin amortizaron su carnet de estudiantes, mientras yo asustada pensaba que tenía que pagar 15 euros. Pero después de darle varios carnets me hizo el precio reducido. Después fuimos a comer, pasta, pizza, papas fritas y ensalada, una mezcla un poco rara, pero buena y económica. Más tarde estaríamos de nuevo en el Coliseo, ya que Guetón quería entrar, aunque se quedó con las ganas porque ya estaba cerrado. Y así fue como yo propuse volver a Florencia esa misma tarde ya que era una tontería pegarse el madrugón a la mañana siguiente si ya no teníamos nada que hacer. Así que eso hicimos. A las seis y media de la tarde ya estábamos subidos en el tren con destino Santa María Novella. Empezamos jugando a los personajes, primero a Guetón le costó un buen rato adivinar el suyo (el indio que nos regateó en la fontana) y después nos pegamos casi una hora para que Iván adivinase el que le puse (Caperucita Roja). Pero lo importante es que nos echamos las risas con el: "Si no es blanco, ni negro, ni amarillo, no se de qué color puede ser", o con la carita de Iván mientras decía "Es que no conozco ninguna historia de una niña, una abuela, y un lobo". A este juego le siguió la baraja. Y de un momento a otro, casi sin darnos cuenta, ya estábamos en Florencia. Yo sólo pensaba en la ducha que me daría ya que en el hostal decidimos no meternos ahí porque creo que era menos higiénico que no ducharse. 

Jardines de Boboli.
A la mañana siguiente, ya era Sábado. Último día. Fuimos al mercado para hacer las compras pertinentes, luego a comer, y al final a los jardines de Boboli, en el Palacio Pitti, dónde me peleé con la del mostrador por no dejarme pasar gratis, cuando yo estaba en mi derecho. Al final, me dejó el pase gratuito como haciéndome un favor, pero más vale eso que nada. Allí dentro, subimos y bajamos muchas cuestas y escaleras, nos hicimos muchas fotos, y al ratito salimos. Cómo estábamos reventados decidimos ir a mi casa y hacer tiempo hasta cenar. Allí aprovechamos para hacer las maletas y dejar todo preparado para el día siguiente. 


Nuestra última cena fue en el buffet del pirata, después otro paseo para la estación para comprar los billetes de Pisa, que por cierto, ¿cuántas veces fuimos a la estación en una semana? Siempre una por la noche para mirar billetes, y otra a la mañana siguiente para irnos. Si es que somos muy listos y nunca lo hacíamos de una vez. Pero bueno, así dábamos paseítos por suelo fiorentino. 

Y así, llegamos al final del viaje. Me ha encantado esta semanita y ahora a coger fuerzas para terminar las prácticas, los exámenes y aprovechar los últimos dos meses en Italia.

2 comentarios:

  1. Italia es un país fantástico y Florencia es una ciudad como pocas para los que nos gusta el arte. Saludos

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